martes, 16 de febrero de 2010

Palabras sobre mi libro "Cicatriz" por Cecilia Ortiz


CICATRIZ

Poemario de Gustavo Tisocco


Los caminos desparecen, las fronteras cambian de lugar, las cicatrices perduran.
“Mi corazón/ es una casa vieja” dice, Gustavo Tisocco, al comienzo de su poemario.

Una gran cicatriz entrama poemas, dolor presente; dolores personales y dolor por “Sabido es que estos bárbaros/ aglutinan fortunas/ trofeos, tesoros…”
Es certeza “El amor/ se mete/ en los huesos”. Los huesos duelen, se quiebran, astillan, los verdaderos. Los otros, los huesos metafóricos se enlazan con el dolor de una manera diferente.
El foso es para suicidas (…) aquí hay cadáveres honestos, sueños deshechos…”

La voz poética de Gustavo pide “Rescátanos” a todas las voces de sus contemporáneos.
Soy una contemporánea que recorre su poemario y puedo introducirme mucho más abajo de sus palabras. Allí donde mis huesos se mezclan con toda la sangre y siento como él “estos zapatos que visten abismos” y por más que use tacones muy altos no consigo tener la altura suficiente para no ver “la hoguera que siempre espera”
Gustavo me alienta, da alas a mi sentir y aunque sea “parte del entierro” uso “estas ganas de ser pájaro”

El poemario me lleva y trae “entre osadías” y me dice “Eres gladiador”. No es la arena de un circo milenario pero siento que como poeta la realidad me rodea, el pasado brota con sus fantasmas tan reales y la salvaje que me habita olfatea “Aunque la sangre no veas
Paloma, cóndor, gaviota, poeta, somos reales e imaginados, en vuelo “los ojos desorbitados” En vuelo alto o rasante vamos “de puerta en puerta”, leemos donde no hay palabras y la vida derramada de los que no están “indagan mi corazón despistado y tenaces infligen heridas”

Sí, Gustavo, esta cicatriz la sufro, contemplo sus bordes que tardaron mucho tiempo en unirse, tanto que la puedo palpar con los ojos cerrados. Está en mí también.
“Me crecerán alas, lo sé”. Tu voz ayuda, me dices “mi promesa de seguir el rumbo”, sé que aunque “Ahora/ todas las manzanas/ que nos ofrezcan/ saben a veneno” no nos detendremos.
Somos testigos, protagonistas y el poder de la palabra no recubre, es armadura, escudo, lanza.
Tu Cicatriz, es mi Cicatriz. Invisible para algunos.
Reveladora para los que no tienen su copa vacía.


Cecilia Ortiz, Olivos, Febrero de 2010