sábado, 23 de enero de 2010

Semblanza de mi poética por Roberto Di Vita



Semblanza por Roberto Romeo Di Vita

“Paisaje adentro”de mucha vida interior, es un aproximado concepto para decir que así es la poesía de Gustavo Tisocco.
Joven poeta nacido en Mocoretá. Corrientes. Es médico pediatra neonatólogo y supo visitarnos en la Escuela 18 de San Martín, en las reuniones del taller literario Mario Bravo.
Publicó los libros de poemas “Sutil”; “Entre otros soles y sombras”; “Paisaje de adentro”; “Desde todos los costados”, el poemario “Cicatriz” de la colección Summa y los C D “Huellas”en 2005 y “Intersecciones”, de cuidada presentación y “Tenaz anhelo”entre otras publicaciones.
Son poemas dirigidos “A los que aman / A los que me acompañan / A los que están y estuvieron”... dice el autor.
“Corazón de Níspero”, es un C D y se aproxima a una antología muy sustancial de los textos de este poeta, con una acertada declamación del actor Orlando Carrafiello y la producción general de Rosana Silva.
El costado social de los poemas de Tisocco expresa en su “1978” “en el cielo de mi pueblo / globos y palomas / entre túneles y sombrías cárceles / sangre y dolor”... Quizás se identifique con esta aseveración...”Hombre de sal / mi desamparo no tiene orillas / Este mar en calma es simple naufragio”.
Una poesía que parte del nacer, de tomar el presente como un todo y orientarse a un futuro incierto.
El caudal de la esencia poética de Gustavo Tisocco creo que se refleja no sólo en sus poemas, está muy presente en su hacer solidario de su página colectiva llamada “Mis poetas contemporáneos”, como él la tituló y que generosamente la da a conocer, para compartir.

martes, 5 de enero de 2010

Palabras sobre mi libro "Desde todos los costados" por Irene Marks


GUSTAVO TISOCCO : Desde todos los costados

En este libro, como su nombre lo indica, el yo lírico se sumerge entero en la poesía, y emerge en la más absoluta desnudez, la de lo recóndito, lo externo-interno.(“El poeta /es el gusano/horadando la manzana/hasta engullirla”). Moramos aquí en lo pasado-presente, la nostalgia que es dolor y fue alegría, la denuncia social. Hay diversos niveles de lectura, “costados de adentro” y de afuera.
Los poemas, que en su mayoría no llevan título, muestran una temática definida que además se ahonda en sugerencias y remite a otras dimensiones. El mensaje, no obstante, se comunica en forma directa: lo sentimos porque se emite con claridad desde un mundo de visibilización y animización de todo lo viviente, desde una conciencia de la energía que late en las rocas (“una piedra / y todo el tiempo que fue”), los animales (“la inocencia transpira/animales enjaulados”), la naturaleza (“una gota de río/la caricia del sauce”) y también en el otro (“No sé /si hay grandes poetas,/sí grandes identificaciones.”).Con el otro el poeta anuda su lazo magnético al compartir-nos profundas vivencias y hacernos partícipes de su mirada que hurga en lo que duele y para la que no existe el grotesco, sino lo humano.
En el poema Para escribir un poema de veinte hectáreas, al que le pondría por título Arte Poética, advertimos la enumeración de los elementos que componen su poesía y afortunadamente, no se busca distraernos con fuegos artificiales ni juegos de palabras. La simple enumeración produce el efecto de dardos musicales que dan en el blanco hasta que el mismo blanco desaparece y se crea un nueve orden el de “Todos los costados”, liberación de formas estériles. Quien canta no piensa al hacerlo en su voz, simplemente fluye con la corriente poética(“Dejarse llevar como una veleta”) que nos lleva a donde habla el corazón (”Que tenemos un país herido no debo olvidar”).
La infancia, tratada con gran ternura, cuando es la propia , se vincula con la magia del pueblo natal, la presencia del río, el misterio del “niño de rizos azules” que acecha desde la leyenda, el abuelo contador de historias de piratas y la ausencia del hermano amado , que se evoca en los juegos compartidos. El poeta logra conservar la mirada de la infancia, la vuelca en sus palabras (“trepar la planta de nísperos…Sólo guardo/mi corazón amarillo/que me salva”). También se habla con frescura del despertar sexual (“buscaba el roce/del niño aquel/mi caballero”), conservándose la valentía y la fuerza de lo que nace (“transitas la osadía de vivir entre huracanes”).
Hay asimismo una conciencia del devenir del ser a través de los tiempos, donde la reencarnación asoma, no ya como tema, sino como recuerdo que golpea (”Esa mujer que me observa desde el cuadro/he sido yo”). Sin embargo, el yo lírico se define como pura esencia, como el que se niega a perder la mirada auténtica de la infancia (”soy el triste vagabundo/que perece en los hielos”).

Y llegamos al ámbito social, el costado de afuera, donde el yo lírico penetra en los pozos de la alienación (“ya en el hormiguero/no puedo escapar”). En su denuncia, hay una profunda advertencia y crítica de la hipocresía (¿De qué sirve ahora acariciar al muerto?/Si antes pidió pan,/un abrigo,/que manifestemos por su ausencia,/que gritemos su nombre”; “Siete años tardamos en escuchar los gritos”) y la indiferencia (“los vecinos quedamos sordos/- o quisimos serlo / y nunca más escuchamos nada”).Ante todo, su alegato apunta a la individualización de los que sufren, a la importancia de lo humano (“Volver atrás y no ser número”). La valorización de lo sencillo, lo esencial, nos golpea (“Bello arte el de amar/entregar lo que se pueda”) porque lo conmovedor está en el heroísmo cotidiano de quienes viven para el otro (”Tu hijo te aguarda de noche,/ tu pan lo transforma en príncipe”). También la unión totalizadora del amor de pareja, expresada magistralmente en el poema “A Sergio”( “y me hechizas inmortalizándome”) y su intensidad que es lo más parecido a lo eterno.
En síntesis, un libro de energía liberadora (“Gritar,/dejar salir al lobo/ y retornar al silencio.”), una palabra dolorosamente viva, escrita con sangre , como él lo dice claramente (“Gota a gota/ iré aflorando sangre”)

IRENE MARKS